Cuando ví por primera vez “Cuando el viento sopla” la verdad es que me quedé muy pero que muy shockeado, para nada esperaba encontrarme ante una película como la que vi. Porque de inicio tú vas y ves que es una película de dibujos animados, de tono adulto, sí, y orientada a una catastrofe postnuclear. Pero te haces idea de que vas a ver otra cosa.
“Cuando el viento sopla” es un durísimo relato, muy humano, de como afrontan una guerra nuclear un matrimonio jubilado de la campiña inglesa. No es una película para niños, no.
Así leido puede parecer hasta algo chistosillo, ¿no?, una pareja de abueletes que, en su hogar campestre, deben hacer frente a a un apocalípsis nuclear, pero de chistoso nada de nada, os lo aseguro. “Cuando el viento sopla” cuenta la historia de Jim y Hilda Bloggs, una pareja de jubilados que viven en una remota zona rural de Gran Bretaña poco antes del inicio de una guerra nuclear. Profundamente patriotas, tienen absoluta confianza en su gobierno, están al tanto de las noticias de la creciente tensión entra la URSS e Inglaterra y se han informado sobre todo lo que deben hacer en caso de que el enemigo ataque su país, punto por punto. Jim ha leído los folletines oficiales sobre la la bomba atómica, que en ocasiones se contradicen dependiendo del autor del folleto, e inicia la construcción de un refugio que les protegerá en caso de una explosión nuclear. Algo que finalmente sucede, arrasando la preciosa zona en la que viven y convirtiéndola en un paraje desolado y destruido por completo, en el que la pareja deberá sobrevivir y hacer frente al día a día en medio de un entorno nuclear hostil que no imaginaban ni en sus peores pesadillas. ¿Qué será de ellos, como afrontarán el escenario que tienen delante?